LOS RETOS DE LA EDUCACIÓN EN EL SIGLO XXI
Magister Honoris Causa en Desarrollo intelectual y Educación e Investigador Pedagógico |
La escuela
actual no se corresponde con el mundo actual. El mundo es flexible, cambiante y
diverso, y la escuela sigue siendo rutinaria, inflexible, descontextualizada y
estática. El mundo exige flexibilidad y creatividad para adaptarse a una vida
profundamente cambiante, y la escuela asume currículos fijos delimitados desde
siglos atrás. Unos jóvenes que vivirán en el Siglo XXI formados con maestros
del siglo XX, pero con modelos pedagógicos y currículos del siglo XIX. En esta
dirección, resulta indispensable que los maestros asumamos con compromiso la
tarea de repensar el sentido y la función de la escuela en la época actual.
La escuela
tradicional dio respuestas a las necesidades y requerimientos de las sociedades
agrarias e industrializadas. Enseñó a leer y a escribir a nivel elemental,
impartió normas básicas de ortografía y urbanidad, y garantizó el manejo de los
algoritmos aritméticos esenciales; pero detrás de ese programa encubierto, su
verdadero y esencial papel consistió en formar a los empleados y trabajadores
rutinarios para que laboraran en las empresas y las instituciones. Esta escuela
fue creada para formar empleados obedientes y cumplidores que acataran las
normas y las disposiciones emanadas por los jefes y que enseñara a realizar
trabajos supremamente rutinarios y mecánicos.
Es una escuela hecha a imagen y
semejanza de las fábricas de la “segunda ola”. Es una escuela que no ha formado individuos creativos, ni ha
desarrollado en los niños y jóvenes la inteligencia práctica, el análisis, el
conocimiento de sí mismo o la argumentación, pero que sí ha sido muy eficaz
para formar individuos obedientes, cumplidores y adecuados para realizar
trabajos mecánicos y repetitivos. Sin embargo, la escuela tradicional se tornó
obsoleta en las últimas décadas frente a los sensibles cambios sociales,
económicos y políticos vividos a nivel mundial. La sociedad se volvió global e
interconectada, el mundo se flexibilizó y diversificó, y cada vez de mayor
manera tuvo en cuenta al individuo. Estas profundas transformaciones condujeron
a diversos sociólogos, políticos, economistas y administradores a pensar que
podríamos estar ante el nacimiento de una nueva era o etapa en la vida humana.
Toffler habló de una “tercera ola”, Drucker de una “sociedad del conocimiento”,
y muchos otros han hablado de una sociedad de la información. Lo cierto, es que
estamos ante procesos complejos y diversos de modificación de la vida
económica, social y política. Sin embargo, ninguno de ellos destacó lo que
desde nuestra perspectiva podría tener mayor incidencia en el sistema
educativo: Hemos creado una sociedad que ha encontrado múltiples formas de
archivar la información por fuera del cerebro humano. Hoy por hoy se guarda
información en celulares, medios magnéticos, satélites, libros, redes, discos
duros, GPS y calculadoras, entre otros 2 . Prácticamente todas las canciones
pueden encontrarse en youtube, y casi todas las revistas y periódicos se pueden
consultar en la red. Es una sociedad que posee una red casi ilimitada de
circulación de archivos y textos. Esta profunda transformación volvió
totalmente innecesario poseer la información exacta en el cerebro humano y
permitió caracterizar como lo esencial para el proceso educativo desde el punto
de vista cognitivo, al desarrollo de las competencias para procesarla,
interpretarla y argumentarla. La profunda transformación de la sociedad demanda
en los jóvenes competencias generales y ya no información de tipo particular.
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